Casa Colonial, Santo Domingo 623-627, su arquitectura.

Fachada hacia la calle Santo Domingo.
La casa de calle Santo Domingo Nº 623 y 627, entre calles Mac‐Iver y Miraflores, en la Comuna de Santiago, está inserta en un tramo de concentración de casas que conforman un destacado conjunto de interés histórico y arquitectónico. Es declarada Monumento Histórico en 1981

Corresponde al mejor y más completo exponente de la vivienda colonial urbana de Santiago, la cual conserva gran parte de sus elementos originales, a pesar que ha sufrido bastantes modificaciones desde su construcción original, que fue presumiblemente hacia 1750. A mediados del siglo XIX se le hicieran algunos arreglos que la acomodaron al imperante gusto neoclásico: el ante‐techo con decorados geométricos, y el cambio de puertas y ventanas con dimensiones y molduras de ese estilo. Estos cambios se acusan también en la rejería de fierro forjado y en el cierre del gran salón, en sus extremos, por mamparas de fina y original carpintería.

Casa colonial urbana de un nivel, de fachada continua a la calle, con ante‐techo y cinco ventanas verticales de dintel modulado (una de ellas transformada en una segunda puerta de entrada[2]), no presenta una portada que la destaque. 
Ventana a la calle.
Está estructurada en torno a tres patios de servicios que alimentan a través de un corredor perimetral las distintas dependencias.
Plano Santo Domingo 623 y 627
Una gran puerta simple, un zaguán de un ambiente y una reja de fierro dan acceso al primer patio que carece de corredores. 
Primer patio.
El antetecho que lo rodea, decorado con una greca, la proporción de los vanos de ventanas y sus rejas corresponden al mencionado tratamiento del siglo XIX.

Separa el primer patio del segundo, el gran salón, la tradicional "cuadra" o salón principal, limitado al oriente por un angosto corredor que da acceso al segundo patio. Este segundo patio, no acusa las modificaciones que caracterizan al primero, presenta elementos que lo identifican con fines del Siglo XVIII o comienzos del Siglo XIX.
Segundo patio, corredor de pilares.
En el costado Sur, ha quedado un corredor con pilares circulares montados sobre bien talladas bases de piedra. Estos pilares sostienen sopandas que van formando en su unión, arcos rebajados. Al oriente y al poniente, aleros de roble recortados protegen los muros de adobes.
Salida al tercer patio.
Cierra este patio hacia el norte un muro también de adobe que lo separa del tercer patio de servicio. En su eje se abre un vano de puerta en arco rebajado cuyas hojas evidencian una talla barroca.

En este tercer patio se levanta una construcción de menor volumen; corresponde a la antigua cocina. Aquí se habían logrado mantener alacenas abiertas en los muros, cerradas con puertas decoradas, con el mismo tipo de talla barroca propia del siglo XVIII. Lamentablemente ya están desaparecidas.

La casona se caracteriza por sus muros de adobe de 70 cm. de espesor. Tabiques de madera rellenos de adobes. Armadura de techumbre de madera, cubierta de tejas de arcilla colonial hechas a mano, sobre entablado y barro. Cielos y pisos entablados. Puertas y ventanas de madera, con rejas de fierro forjado.





[1] Fotografías del Archivo Fotográfico Dirección de Arquitectura, MOP.
[2] A comienzos del siglo XX, una subdivisión del inmueble cercenó a su superficie total, una cuarta parte del primer patio y a la parte correspondiente al cuerpo oriente. En la fachada, la ventana contigua al ingreso original fue transformada en puerta, la que daba acceso a este sector que estuvo destinado a vivienda hasta el año 1987.

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